¿Amor,
abres tú?. Saludo y sigo a lo mío, que no es otra cosa que estar
sentado en el sofá, junto a una taza de té oolong que reposa en la
mesita de cerezo hasta coger (el té) la temperatura perfecta para
regalarme su primer trago, ello mientras leo al Mendoza - No
sé cuándo me enamoré de ti ni cómo sucedió tal cosa, porque
trato de recordar y me parece que te he querido siempre y trato de
entender y no encuentro razón en el mundo para no amarte... sorbo,
excelente. – ¿Te apetece un café? - si
lo tienes hecho
– pienso en lo escuchado, frase de cafeteros, nunca un tomador de
té diría esa frase. Para tomarme este té oolong (té de dragón
negro) de los acantilados de la provincia de Fujian, con gran gozo y
sin prisa alguna he hervido el agua (de calidad), he puesto la
cantidad de té adecuada en la tetera templada, he volcado el agua a
90º y he tapado, ha reposado 3 minutos, he llenado la taza a
golpecitos y la he dejado descansar hasta coger la temperatura
adecuada para tomármelo. El té y su ritual, sin prisas, todo bien,
relax. Creo.
CREO, cuando la muestro, raramente queda claro su significado. En esta polisémica voz he unificado otras palabras que me agradan: incierto, misterio, oculto, también firme, inmutable y mucho, creatividad o fantasía. Creo firmemente en lo antes citado y al pensar en ella, mi imaginación despierta y crea quiméricos espacios dónde poder colocarla. (los textos que aquí dejo, tienen como máximo 200 palabras, el nº que encabeza los escritos, es la cantidad de palabras que atesora la publicación).
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