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es plasmar una idea libre en papel u otro formato, es dejar volar mi
imaginación (???) y plasmarla, es como dibujar un pensamiento, una
ilusión, pero también hay otro formato plasmatorio y es plasmar por
obligación. Dos formas de plasmar lo escrito (en este momento que
escribo y pienso de tirón no se me ocurren más que estas 2), una
para que me lean los demás y otra para que no se me olvide. Si es
para que no se me olvide algo (una idea íntima, la hora de una cita,
una dirección, un número de teléfono, una fecha...) es por
necesidad, por falta de memoria, para organizarme, pero si es para
que me lean, es otra cosa, una cosa posiblemente innecesaria, acaso
poco loable. Además escribiendo seguramente estoy perdiendo la
autenticidad de la historia primaria, de la idea que estaba en mí,
claro que si la escribo posiblemente la mejore (la idea primitiva) o
eso pienso, pero ya no será salvaje, no será tan libre y entonces
pienso que quizá en lugar de mejorarla la estoy empeorando. Lo
auténtico se queda dentro, lo auténtico es de uso exclusivo
interno. Creo. Aquí os dejo otro lío en doscientas justas.
CREO, cuando la muestro, raramente queda claro su significado. En esta polisémica voz he unificado otras palabras que me agradan: incierto, misterio, oculto, también firme, inmutable y mucho, creatividad o fantasía. Creo firmemente en lo antes citado y al pensar en ella, mi imaginación despierta y crea quiméricos espacios dónde poder colocarla. (los textos que aquí dejo, tienen como máximo 200 palabras, el nº que encabeza los escritos, es la cantidad de palabras que atesora la publicación).
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